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Cuaresma: Entrenamiento para el Espíritu


06 Marzo 2019

Todo logro que valga la pena requiere un esfuerzo grande. Cuando habla a los Corintios, San Pablo utiliza figuras del mundo de los deportes para explicar que la vida espiritual requiere de lucha y esfuerzo continuos.

Levanta la Barra durante la Cuaresma

¿No han aprendido nada en el estadio? Muchos corren, pero uno solo gana el premio. Corran, pues, de manera que lo consigan, como los atletas que se imponen un régimen muy estricto. Solamente que ellos lo hacen por una corona de laureles que se marchita, mientras que nosotros, por una corona que no se marchita. Así, pues, corro yo, sabiendo a dónde voy. Doy golpes, pero no en el vacío. Castigo mi cuerpo y lo someto, no sea que, después de predicar a los otros, venga a ser eliminado” (1Cor 9:24:27)

La meta del Cristianismo es la vida eterna. El logro de esta meta demanda un esfuerzo diario intenso. La época litúrgica de la Cuaresma nos provee de un campo especial en el que el esfuerzo diario se intensifica. Cuando nos exigimos aún más y levantamos la barra de obstáculos durante la Cuaresma, avanzamos en la vida espiritual. Nuestros esfuerzos personales, combinados con la gracia de Dios, nos brindarán un mayor nivel de mejoramiento propio e intimidad con Dios.

La vida espiritual no es un esfuerzo fácil, por causa de nuestra lastimada naturaleza humana. Cierto, el bautismo lava el pecado original, pero no tenemos absoluto control sobre nosotros mismos. San Pablo describe de manera brillante esta batalla continua. El representa esta batalla como una lucha interna (Rom 7:14-25), un tesoro en vasija de barro (2 Cor 4:7-18), y un aguijón en la carne (2 Cor 12: 7-10).

Por causa del pecado original, una fuerza interna siempre nos empujará a la dirección errónea. El esfuerzo continuo es necesario para controlar el movimiento interno de nuestro ego, y permitir que la presencia de la gracia tome control de nuestros pensamientos, deseos y acciones. La batalla de la vida espiritual es como caminar en un río, contra la corriente. Si no continuamos caminando o nos aferramos a una roca, la corriente nos arrastrará en la dirección opuesta. La Cuaresma nos brinda una oportunidad excelente para fortalecernos, para poder seguir caminando en contra de la corriente.

En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, tiene lugar una lucha de tendencias entre el espíritu y la carne. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y al mismo tiempo una confirmación. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual” (Catecismo de la Iglesia Católica 516).

Ve contra la Cultura: Niégate a ti Mismo

Si la vida espiritual es una lucha continua debido al pecado original, las circunstancias de nuestra cultura actual hacen esta lucha incluso más difícil. Todos hemos crecido en una cultura que nada niega. Todo es permisible. La disciplina, el auto-control y la virtud son vistas como represión. Los íconos de la cultura moderna saben exactamente qué botones oprimir. Nuestro mundo decadente resulta atractivo para la caída naturaleza humana. Es fácil sucumbir ante cualquiera de los pecados mortales.

A los cristianos no les está permitido desanimarse. La esperanza en Cristo Jesús mantiene nuestro equilibrio en una cultura decadente. Las actitudes apocalípticas de penumbra y perdición no son acordes al Evangelio.

Una Cuaresma exitosa requiere que desarrollemos un plan de acción serio. Nuestro plan debería incluir tanto las prácticas generales que la Iglesia Católica requiere de todos, y nuestro propio programa particular para la Cuaresma.

Como práctica general para todos los católicos, la Iglesia requiere que ayunemos el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, y también todos los viernes de Cuaresma.

Aparte de lo que la ley de la Iglesia requiere de nosotros respecto al ayuno y abstinencia, debemos crear un programa personal de crecimiento espiritual. Personalmente, siempre he recomendado a los fieles que se propongan algo en positivo y algo en negativo.

Por algo en negativo me refiero a que cada persona debería comprometerse a dejar algo o un número de cosas. Este sacrificio debe ser serio y exigente. El auto-control que practicamos dejando un placer legítimo fortalece nuestra voluntad y frena las inclinaciones de nuestras pasiones.

Por algo en positivo me refiero a que cada uno también debería realizar alguna clase de acto que normalmente no haríamos. Ir a Misa diaria, visitar a los enfermos, servir de voluntario en la parroquia o rezar el Rosario un domingo por la noche con toda la familia son actos virtuosos positivos que han ayudado a muchas personas a progresar en su relación con Dios.

El Auto-Dominio es Entrenamiento para la Libertad

Las prácticas cuaresmales de penitencia son de gran beneficio para nuestra vida espiritual. Una Cuaresma seria será como una limpieza que purificará el desorden acumulado en nuestra alma. Un compromiso serio hacia la penitencia también nos ayudará a conquistar las adicciones, obsesiones y comportamientos compulsivos. Una Cuaresma seria purificará nuestra alma y nos permitirá experimentar una libertad interior más profunda.

Aunque la vida espiritual exige esfuerzo intenso, todo nuestro trabajo será posible solamente con la ayuda de la gracia de Dios. San Pablo nos dice, “Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio” (2Tim 1:7). Un régimen disciplinado de oración diaria, la lectura de la Escritura y la vida sacramental desarrollan esos canales de gracia a través de los que el Espíritu Santo nos da la habilidad de controlarnos a nosotros mismos y conquistar nuestras tendencias básicas.

El Catecismo de la Iglesia Católica llama al auto-dominio un entrenamiento para la libertad humana. “La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado” (#2339). El Catecismo continúa diciendo que “El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo repetido en todas las edades de la vida” (#2342).

Es muy probable que cuando consideremos las demandas de nuestra vida espiritual y el constante bombardeo de la cultura moderna simplemente levantemos nuestros brazos en desesperación y nos rindamos. Sin duda, el Cristianismo auténtico es difícil de vivir y demanda decisiones radicales. Sin embargo, siempre debemos recordar dos pasajes de la Escritura que nos llenarán de confianza y paz. Un pasaje es del Maestro, y el otro es de uno de Sus más apasionados Apóstoles, San Pablo. Apréndelos de memoria y repítelos con frecuencia. Deja que sean una fuente de motivación para tus prácticas cuaresmales. “Os lo he dicho todo para que encontréis la paz en Mí. Vosotros encontraréis persecuciones en el mundo, pero ¡sean valientes! Yo he vencido al mundo.” (Jn 16:33). “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece” (Fil 4:13).

La Cuaresma que vamos a iniciar nos provee de una excelente oportunidad para el crecimiento espiritual. Podemos cambiar.

Fr. Francisco M

 

Fray Francisco M. González Ferrera, OFM. 

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